ENFRENTANDO LA CULPA ETERNAMENTE

Leon FontaineEntregate

Puesto que Dios ya nos ha hecho justos gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5:1 (DHH) 

Cuando era adolescente, pasé por un período en el que pensé que necesitaba concentrarme en deshacerme de todo el pecado que tenía. Las lágrimas corrían por mis mejillas mientras cantaba canciones suplicando a Dios que inspeccionara mi corazón y me limpiara de todas mis actitudes malvadas. 

Todo parecía muy espiritual, pero descubrí que no me estaba acercando a Dios. Confundí mis tristes sentimientos pensando que el Espíritu Santo estaba trabajando dentro de mí, estaba convencido de que Él continuamente me estaba mostrando todo mi pecado. 

Me deprimía cada vez más… y comencé a tener pensamientos de juicio. Observaba a la gente divirtiéndose y pensaba: “Ellos deberían estar orando”. Sin darme cuenta, en realidad me estaba volviendo más un fariseo y menos como Jesús. 

Cuando aprendí cómo es realmente el Espíritu Santo, mi vida cambió. 

Tengo que admitir que, cuando leí por primera vez que el Espíritu Santo “condenará al mundo del pecado”, pensé, “¡lo sabía! ¡El Espíritu Santo está señalando todos mis pecados!” (Juan 16:8). Pero luego me di cuenta de que dice que Él condena a los que “no creen” (Juan 16:9). ¡Él solo quiere convencer al mundo de que necesita de Jesús! 

El Espíritu Santo no juzga como un fariseo a los creyentes. Él quiere revelarle quién es usted en Cristo y lo qué le ha sido dado para que usted tenga paz, y no viva en un estado de culpa perpetua. ¿Usted lo cree?