Porque Cristo mismo sufrió la muerte por nuestros pecados, una vez para siempre. Él era inocente, pero sufrió por los malos, para llevarlos a ustedes a Dios. En su fragilidad humana, murió; pero resucitó con una vida espiritual, 1 Pedro 3:18 (DHH)
De ciudad en ciudad, el apóstol Pablo predicaba un mensaje que sorprendía a las personas. Algunos amaban y aceptaban a Cristo al instante. Otros se enfurecían mucho. ¿Por qué?
Durante miles de años, los judíos vivieron bajo un pacto de ley en el que trabajaron arduamente para agradar a Dios. Cuando eran buenos, eran bendecidos, cuando no, eran maldecidos.
Cuando Pablo compartía su mensaje, decía que cualquiera podía estar bien con Dios… gracias a Jesús. Esta fue una gran noticia para aquellos que sabían que no tenían oportunidad de ser perfectos. Pero los seguidores de la ley estaban indignados. Estas “buenas nuevas” significaban que tanto las prostitutas como los ladrones eran igualmente aceptados a los ojos de Dios y eso no parecía justo.
No se daban cuenta de que ellos no eran tan perfectos como pensaban. ¡Ninguno de nosotros tiene una oportunidad por cuenta propia! En Mateo 5:28, Jesús señala que aun pensar en el pecado es pecado. Afortunadamente, el que Dios lo acepte, no tiene nada que ver con su comportamiento.
Por supuesto, el pecado destruye relaciones y puede robarle su destino. Sin embargo, las consecuencias del pecado no tienen nada que ver con Dios. La vida trae consecuencias propias. Cuando usted sigue a Cristo, Dios lo acepta tal como usted es… y lo capacita para vivir a Su manera.
¿Se ha visto atrapado en las obras, esforzándose por estar bien con Dios? ¡Deténgase! Jesús ya ganó eso por usted.
Como creyente, la única cosa que hay entre usted y Dios es amor. ¡Usted puede construir una relación cercana e íntima con su Padre Dios que ya lo ama!