Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio. 2 Timoteo 1:7 (DHH)
El miedo puede ejercer un control increíble sobre la vida de las personas. Para algunos sus efectos son dramáticos, manteniéndolos confinados. Otras veces, los efectos son lentos e insidiosos. Muchas personas están controladas por el miedo y no se dan cuenta porque no es un tipo de miedo que ellos reconozcan.
El estrés se ha convertido en una epidemia. Las investigaciones indican que del 70 al 90 por ciento de las visitas al médico están relacionadas con el estrés. Sin embargo, el estrés es en realidad sólo miedo. Creemos que está fuera de nuestro control, pero está relacionado en gran medida con nuestra perspectiva. Por ejemplo, el estrés financiero está relacionado con el miedo a la carencia. El estrés laboral a menudo implica un miedo al fracaso. Y el estrés en las relaciones puede estar enraizado en el miedo al rechazo.
Un miedo no controlado puede atormentar nuestras mentes y causar daño a nuestros cuerpos físicos; sin embargo, no tenemos que vivir con miedo. Cuando el miedo ataca sus pensamientos, deténgalo en seco antes de que tenga la oportunidad de dibujar una imagen temerosa de su futuro. Reemplace los pensamientos temerosos leyendo su Biblia para descubrir lo que Dios le ha prometido.
Reconozca en que aspecto está atrapado por el miedo y tome una posición. Diga “Me niego a dejar que el miedo me retenga”. Puede decirle al miedo que se vaya y reemplazarlo por seguridad y confianza en Dios. Usted logra esto meditando en Sus promesas. ¡Su paz vendrá sobre usted y Su habilidad lo capacitará para caminar en lo mejor de Él todos los días!