No se engañen ustedes: nadie puede burlarse de Dios. Lo que se siembra, se cosecha.Gálatas 6:7 (DHH)
El fracaso personal no es motivo para ser expulsado de la familia de Dios. En la vida, todos fallamos, a todos nos pasa. Sin embargo, Dios lo ama.
Usted puede sentirse compungido cuando lastima a otros y tiene el deseo de tomar mejores decisiones en el futuro, pero se da cuenta de que su relación con Dios es inquebrantable. No hay razón para sentirse condenado. Esta es la Buena Nueva que se nos ha comisionado para compartir con el mundo. ¡Jesús hace posible que tengamos una relación increíble y vivificante con Dios, a pesar de nuestras fallas e imperfecciones!
Ponga este hecho en su mente: usted pertenece a Dios. Si usted le ha pedido a Jesús que sea el líder de su vida, entonces usted pertenece a Su familia. Sin embargo, sus acciones todavía tendrán un profundo impacto en su vida. Por ejemplo, Dios perdonará un asunto extramatrimonial, pero ¿lo hará su cónyuge? Dios lo perdonará por no pagar sus impuestos, ¿pero lo hará el gobierno?
Cada vez que desobedecemos las normas que Dios nos ha fijado, habrá que afrontar consecuencias dolorosas. Al igual que la ley de la gravedad no es negociable, las consecuencias son parte de una ley que está vigente en la tierra. Se llama la ley de la siembra y la cosecha.
No se coloque al borde de lo que es aceptable para Dios. Solo se hará daño a sí mismo y a los que lo rodean cuando cruce ese límite. En lugar de preocuparse en dónde está la línea de la moralidad para poder acercarse lo más posible, ¡busque a Dios!