Más bien, profesando la verdad en el amor, debemos crecer en todo hacia Cristo, que es la cabeza del cuerpo. Efesios 4:15 (DHH)
Es completamente irreal pensar que una relación perfecta nunca experimenta desacuerdos. Los cristianos a menudo son los peores por esto, se cree que ser cristiano significa hacerse el de la vista gorda ante cada conflicto, simplemente esperar y orar para que desaparezca. Dios quiere que perdonemos, pero no nos dice que evitemos la confrontación. Negarse a hablar sobre los problemas es destructivo tanto para usted como para la otra persona.
Las relaciones sanas solo pueden desarrollarse entre dos personas que están dispuestas a comunicarse lo que sienten. Sin embargo, tenga cuidado de hacerlo de la manera correcta. En la confrontación sana, la verdad se habla con amor.
Jesús habló la verdad pero nunca maliciosamente. En Mateo 16:23, Jesús se enfrentó a Pedro cuando intentó interponerse en el camino del llamamiento de Jesús, diciendo: “¡Aléjate de mí, Satanás!”. Su motivo no era lastimar a Pedro sino ayudarlo. Pedro no pensaba con claridad y, sin confrontación, habría seguido yendo en la dirección equivocada.
La crítica destroza a las personas con la intención de derribarlas. A menudo se convierte en un debate sobre quién tiene razón y quién está equivocado. La verdad hablada con amor no ataca el carácter de las personas; su motivo es fortalecer a la persona y la relación. Ponga en práctica su capacidad de compartir cómo se siente y, al mismo tiempo, respete los sentimientos de la otra persona para que ambos se comprendan mejor entre sí.