«El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la Buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.» Lucas 4:18-19 (DHH)
Si Jesús tenía un enunciado sobre su misión, yo creo que está resumido en el versículo de hoy.
Sin Él, estamos perdidos y separados de Dios, sin derechos ni una relación con Él y sin esperanza para la eternidad. Nos enfrentamos solos a la vida, limitados, generalmente inseguros, y con un sistema de creencias totalmente contrario a Su Palabra.
Jesús vino a remediar todo esto. Cuando hacemos de Jesús nuestro Salvador y el Señor de nuestras vidas, Él nos capacita para crecer y cambiar a través de Su Palabra y del Espíritu Santo, y ganamos fortaleza y propósito al responder a las grandes promesas y provisión que Él nos ha dado.
De hecho, ¡nada puede detener su amor por nosotros! Hoy, tómese el tiempo para meditar sobre el amor que él le tiene. Responda a esto reclamando Sus promesas, haciéndolas suyas, y verá como el amor de Dios toma acción en su vida.
Comience leyendo este versículo y permita que esta verdad inunde su corazón: “Estoy absolutamente convencido de que nada, nada vivo o muerto, angelical o demoníaco, hoy o mañana, alto o bajo, pensable o impensable, absolutamente nada puede interponerse entre nosotros y el amor de Dios por la forma en que Jesús nuestro Maestro nos ha abrazado” (Romanos 8:31-39, MSG).
A medida que usted crece en su caminar de amor con Jesús, usted experimenta su presencia y poder fluyendo, trayendo sanidad, paz, gozo, fuerza y propósito: ¡Una vida abundante!