Siéntanse orgullosos de su santo nombre. ¡Siéntase alegre el corazón de los que buscan al Señor! Salmos 105:3 (DHH)
El Evangelio de Jesucristo no tiene que ver con que usted lleve su comportamiento al nivel en que Dios pueda bendecirlo. Es una buena noticia que si usted le ha entregado su vida a Cristo, Dios lo está bendiciendo donde usted está, aquí y ahora, con Su amor, promesas, poder y habilidad para crecer.
Pensar que de alguna manera debemos ganar la ayuda de Dios es como decirle a un niño de tres años: “Te ayudaré a mover esa pesada roca que cayó sobre tu pierna cuando tú seas lo suficientemente fuerte como para moverla por tu cuenta”. ¿Es esto sensato? ¿Esperamos a que los niños aprendan cómo hacer las cosas que ellos necesitan, antes de que estemos dispuestos a ayudarlos?
Dios no espera que nosotros depuremos nuestras vidas para que Él esté dispuesto a ayudarnos. Él sabe que necesitamos de Su poder y habilidad para crecer, vencer la tentación, amar a los demás incondicionalmente, seguir Sus caminos y mucho más. ¡Él es nuestra necesidad indispensable!
Todos estamos sin esperanza cuando tratamos por nuestra cuenta de entrar en los buenos libros de Dios. ¡Usted necesita a Jesús!
“Dios te salvó por Su gracia cuando creíste”, dice Efesios 2:8, “Y no puedes atribuirte el mérito de esto; es un regalo de Dios” (NLT). Esta vida de servicio a Cristo comienza con la confianza en Dios y continúa sobre esa confianza. Pablo aprendió en medio de sus dificultades, y la gracia de Dios era todo lo que él necesitaba. La fuerza de Dios se hizo más evidente en los momentos en que él se sentía más débil en su propia capacidad.
Cuanto más usted confíe en la gracia de Dios, ¡más fuerte usted se vuelve!