Queridos hermanos, si nuestro corazón no nos acusa, tenemos confianza delante de Dios; y él nos dará todo lo que le pidamos, porque obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada. 1 Juan 3:21-22 (DHH)
Ayer revelamos una poderosa clave para tener éxito y libertad en la vida, y todo comienza con saber en nuestros corazones que Dios es más grande que cualquier cosa que podamos enfrentar.
Incluso si nos condenamos y nos avergonzamos con constantes recordatorios de nuestros fracasos, Dios es más grande que cualquier acusación que pueda surgir en nuestro camino. Usted puede condenarse a sí mismo, pero si usted está en Cristo, Dios no lo condena. ¡Y él tiene la última palabra! A Dios no le agrada verlo flagelándose por sus pecados. Él quiere que usted se perdone a sí mismo.
Cuando usted está ocupado condenándose a sí mismo, está encerrado en el pensamiento de que usted no merece nada bueno, y que no puede recibir de Dios. Los versículos de hoy le dicen que si usted confía en que Dios no lo condena, entonces usted estará seguro de Sus promesas y deseo de bendecirlo. ¿Cómo construye usted su confianza en Él? Pasando tiempo en la Palabra, reclamando Sus promesas, esto hace que usted construya confianza, ¡y entonces estará en posición de recibir!
¡Ahora, no permita que la siguiente línea lo atrape nuevamente en la condenación! Dice que recibimos porque guardamos Sus mandamientos. Usted podría estar pensando: “Aquí es donde me quedo corto de nuevo”, ¡pero espere! ¿Quién lo califica para caminar en las promesas de Dios? ¿Quién le hace estar bien con Él, libre de condena y amenaza del castigo de Dios? ¿Quién le dio el don de la gracia y se ganó el favor de Dios por usted? ¡Jesús!
¡Aléjese de la condena y confíe en el increíble regalo de la gracia de Dios, que hace suyas todas Sus promesas!