Pero el Señor me dijo: «No digas que eres muy joven. Tú irás a donde yo te mande, y dirás lo que yo te ordene. No tengas miedo de nadie, pues yo estaré contigo para protegerte. Yo, el Señor, doy mi palabra.» Jeremías 1:7-8 (DHH)
¿Sabía usted que cuando estamos atrapados por el miedo, hablamos un idioma diferente? Es llamado el lenguaje de las excusas.
Mientras crecía, mi madre siempre definía las excusas de esta manera: “Las excusas son la piel de una razón llena de mentiras”. Tratamos de hacer ver las excusas como razones, pero en el fondo sabemos que están basadas en mentiras. No somos realmente incapaces. No es que se acabe el tiempo, o que todos quieran atraparnos, o que la economía sea mala. Cuando somos honestos con nosotros mismos, a menudo lo único que nos frena es el miedo.
Dios no está en las excusas. En el versículo de hoy, Él abordó las excusas de Jeremías antes de que incluso tuviera la oportunidad de expresarlas y lo animó a seguir adelante con su llamado, sabiendo que Dios estaba con él.
En Éxodo 4:10-14, Moisés tenía todo tipo de excusas para no cumplir su llamado, pero Dios no tendría en cuenta nada de eso. En Lucas 9:59-62, Jesús tampoco toleró excusas. Llamó a dos hombres para que lo siguieran, pero sus excusas les costaron esa increíble oportunidad.
Tome la decisión de eliminar el lenguaje de las excusas de su discurso. Tenga el coraje de enfrentar los problemas que tiene. Si no le gusta lo que está haciendo, no espere a que las cosas cambien. ¡Sea el cambio!
La vida no se trata de esperar a que llegue su barco. ¡Usted puede ser proactivo, levantarse, ponerse en marcha y ser valiente!