Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros. Romanos 5: 8 (DHH)
Hace años, llevé a mi hijo Zach a un puente, era primavera, cuando el hielo se estaba derritiendo en el río. Vimos como grandes trozos de hielo se movían y se abrían paso por el río, destruyendo todo a su paso.
Justo cuando se me pasó por la mente que sí alguien se cayera en ese río no tendría la más mínima oportunidad, miré hacia atrás y mi corazón se detuvo. ¡Zach había elevado su pequeño cuerpo y se estaba balanceando sobre su estómago mientras miraba por encima de la barandilla!
Más tarde, la idea vino a mí: si él se hubiera caído en ese río, ¿habría yo saltado detrás de él? Aunque no hubiera tenía sentido, yo hubiera saltado de todos modos. Incluso si hubiera una posibilidad minúscula de salvarlo, o la posibilidad de simplemente retenerlo (incluso si eso significaba el fin para nosotros dos), lo hubiera hecho. Eso muestra el mucho amor que le tengo.
Ahora, yo solo soy humano; ¡imagínese hasta donde iría su Padre Dios para tener la oportunidad de salvarlo! Dios lo ama infinitamente más que cualquier ser humano, ¡porque Dios ES amor!
El versículo de hoy dice que aun siendo pecadores, separados de Dios, sin una aproximación legal a Él, Dios expresó Su amor por nosotros al enviar a Jesús a morir en nuestro lugar. Hoy, quiero que medite sobre ese amor, un amor tan increíblemente poderoso que hizo que Dios enviara a su propio Hijo para ser su Salvador y poder tener una relación con usted. ¡Cuando se trata de amarlo, Dios lo da todo, siempre y por siempre!