No se aflijan por nada, sino preséntenselo todo a Dios en oración; pídanle, y denle gracias también. Así Dios les dará su paz, que es más grande de lo que el hombre puede entender; y esta paz cuidará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7 (DHH)
La gratitud tiene muchos efectos increíbles en nuestra vida. Además de ayudar a hacer crecer nuestra fe y prevenir el miedo a la carencia, la gratitud también reenfoca nuestra actitud, eliminando la ansiedad y reemplazándola con paz.
Usted puede darse cuenta de que es fácil encontrar problemas. Si el enemigo logra hacernos murmurar y quejarnos, nuestro enfoque permanece en lo negativo. Nos centramos en los problemas y desarrollamos una actitud que nos desconecta de las personas. Pero cuando practicamos la gratitud, ¡esa actitud de agradecimiento se convierte en una fuerza atractiva! De hecho, el desarrollar una cultura de gratitud, en lugar de una enfocada en la búsqueda de fallas o de corrección en las demás personas, puede hacer que nuestras relaciones, hogares y empresas pasen al siguiente nivel.
Hechos 16:16-34 nos muestra un poderoso ejemplo de gratitud en medio de problemas. Habiendo sido encarcelados y azotados y estando sangrando y con los pies sujetos a un cepo, Paul y Silas eligieron orar y cantar himnos a Dios. A pesar del dolor severo y las dificultades, no se centraron en sí mismos sino en Dios y Su poder. Debido a eso, sus corazones mantuvieron un nivel increíble de paz y alegría que tocó vidas y finalmente los liberó de la cárcel. A pesar de los grandes problemas, su gratitud les abrió la puerta a la paz y a lo milagroso.
Ahora, no es necesario que usted de gracias por la enfermedad, la pobreza o los problemas. Pero a pesar de todo, la elección de dar gracias continuamente es suya, y “la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento guardará su [corazón] y [mente] a través de Cristo Jesús” (Filipenses 4:7, NKJV).