Hermanos, cuídense de que ninguno de ustedes tenga un corazón tan malo e incrédulo que se aparte del Dios viviente. Hebreos 3:12 (DHH)
Nuestras creencias pueden ayudarnos a abrazar las bendiciones de Dios… pero también pueden alejarnos de ellas.
Como advierte el versículo de hoy, tener un corazón “malo” lleno de incredulidad hace que usted se aleje de Dios y de sus promesas. Ahora, es importante darse cuenta de que este versículo no necesariamente habla del mal en la forma en que estamos acostumbrados a pensarlo. Podría interpretarse simplemente como no dar en el blanco cuando se trata de lo mejor de Dios. Cuando nuestras creencias no se alinean con las promesas de Dios, esto nos aleja de experimentar lo mejor de él en nosotros.
Tenga en cuenta que no estoy diciendo que su vida sería perfecta si las creencias de su corazón fueran perfectas. Todos pasamos por dificultades que están completamente fuera de nuestro control, pero la realidad es que las creencias de nuestro corazón tienen una gran influencia sobre lo que aceptamos y lo que rechazamos, lo que atraemos y lo que alejamos.
En lugar de incredulidad, necesitamos construir creencias del corazón que conduzcan a una confianza segura en las promesas de Dios. ¿Pero cómo?
El primer lugar para comenzar es con la creencia de que Dios lo ama. Sin esta parte, es difícil confiar en sus promesas. Pero cuanto más usted se dé cuenta de cuánto lo ama Dios, más verá que Él está dispuesto a ayudarle en todos los sentidos.
¡La evidencia del amor de Dios está toda a su alrededor! Está en la Biblia, en las historias de otros, en cómo creó este increíble mundo y en cómo él ha estado con usted en el pasado. ¡Medite en su increíble amor hoy!