Vengan a las puertas y a los atrios de su templo con himnos de alabanza y gratitud. ¡Denle gracias, bendigan su nombre! Salmo 100:4 (DHH)
Cuando estamos teniendo dolor, la alegría puede parecer fuera de nuestro alcance, pero debemos recordar que la alegría y la felicidad son dos cosas muy diferentes. La felicidad viene de los buenos sucesos, pero la alegría es mucho más profunda. Podemos experimentar Su alegría incluso mientras caminamos a través del dolor.
Dios está siempre con nosotros, pero el versículo de hoy dice que entramos en Su presencia (donde hay alegría) a través de alabanza y acción de gracias. Incluso cuando estamos atravesando momentos difíciles, podemos alabar a Dios por lo que él ha hecho en nuestras vidas y por lo que ha prometido hacer. De hecho, 1 Tesalonicenses 5:18 dice que debemos dar gracias en todas las circunstancias.
Esto no significa que usted deba agradecer a Dios POR TODO. Si el enemigo le trae dolor, aflicción o enfermedad, usted no necesita agradecer a Dios por ello. Pero en la medida en que usted atraviesa esa dificultad, puede elegir enfocarse en aquello por lo que está agradecido: que Jesús es su sanador y que la salud y la sanación le pertenecen, además de todas las otras cosas buenas de su vida. No solo experimentará Su alegría, que le da fortaleza, sino que este enfoque también le ayudará a poner el poder y la provisión milagrosa de Dios a la vanguardia de su situación.
Pase un tiempo hoy centrándose en aquello por lo que está agradecido. Puede disfrutar escribiendo cosas en un diario de gratitud, o tal vez en una carta a Dios. Si usted está teniendo dificultades para cambiar su enfoque, el cantar canciones de alabanza y adoración optimistas puede ayudarle. En la medida en que usted enfoca su atención en la bondad y el amor de Dios, esa gratitud lo moverá a Su presencia donde hay plenitud de alegría (Salmo 16:11).