Además les dijo Esdras: «Vayan y coman de lo mejor, beban vino dulce e inviten a quienes no tengan nada preparado, porque hoy es un día dedicado a nuestro Señor. No estén tristes, porque la alegría del Señor es nuestro refugio.» Nehemías 8:10 (DHH)
Cuando se trata de un problema grave, la alegría es lo último que viene a la mente. La cuestión es que la alegría es vital, especialmente cuando enfrentamos problemas serios. Es un fruto del Espíritu y fluye desde la presencia de Dios.
A menudo asumimos que no podemos experimentar la alegría al mismo tiempo que el dolor o la tristeza, pero no es cierto. Piénselo. ¿Alguna vez ha llorado lágrimas de alegría? Tal vez usted haya experimentado sentimientos de alegría al mismo tiempo que de pérdida cuando un hijo comenzó su primer día de escuela o se mudó de su hogar. Es posible que se hayan sentido emocionados y orgullosos de ellos cuando se embarcaron en un nuevo ciclo, pero al mismo tiempo no pudieron evitar sentirse tristes porque otro ciclo estaba por terminar.
Con demasiada frecuencia, nos aislamos de experimentar la alegría del Señor cuando atravesamos tiempos difíciles. Pero la verdad es que necesitamos esta alegría, y eso no requiere que usted ignore la tristeza, el dolor o la pérdida. Esta alegría no es vertiginosa o superficial; es la confianza profunda de que usted está pasando por este momento difícil con Dios y va a ser victorioso.
Al caminar a través de lo que está frente a usted, se puede mantener un profundo sentimiento de alegría y gratitud al centrarse en el hecho de que Dios es bueno y que Él está de su lado. Mientras usted atraviesa momentos difíciles, aférrese a su confianza en Él, sabiendo que Él lo respalda, y usted será fortalecido por la alegría del Señor.