El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros y envió a su Hijo, para que, ofreciéndose en sacrificio, nuestros pecados quedaran perdonados. Queridos hermanos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos unos a otros. 1 Juan 4:10-11 (DHH)
El enemigo intentará cualquier cosa para hacerlo sentir derrotado y sin esperanza.
Él siempre está tratando de que nos domine la vergüenza y la condena, trata de hacernos creer la mentira de que si nos golpeamos lo suficiente, nuestro comportamiento mejorará. No es verdad. La vergüenza y la condena no mejoran el comportamiento; lo refuerzan, porque finalmente abandonamos la esperanza de que somos capaces de más.
Satanás quiere que usted crea que no es lo suficientemente bueno para recibir el amor de Dios. En realidad, él tiene razón. Ninguno de nosotros será lo suficientemente bueno para ganarse el amor de Dios. La buena noticia es que el amor de Dios es incondicional. No se basa en el comportamiento. ¡No hay nada que usted pueda hacer para que Él lo ame más o menos!
Mejorar su comportamiento puede hacer que su vida aquí en la tierra sea mucho mejor, pero en lo que concierne a Dios, Él ya ha puesto Su amor en usted. Usted es especial y precioso para Él. A él le encanta verlo creciendo y aprendiendo. Él está muy orgulloso de usted por cada problema que resuelve y por cada revés que supera.
El amor de Dios le trae sanidad cuando usted lo experimenta, lo cultiva, lo nutre, lo valora y lo comparte. Una de las mejores maneras de comenzar es leyendo 1 Juan 4, pidiéndole al Espíritu Santo que le ayude a recibir el amor de Dios de una manera más profunda y también que aprenda a extender ese amor incondicional a todas las personas que conozca.