Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha llenado con su amor nuestro corazón por medio del Espíritu Santo que nos ha dado. Romanos 5:5 (DHH)
¿Alguna vez ha usted experimentado el amor tóxico? Los que tienen un amor tóxico, retienen el amor y el afecto cuando usted no hace lo que ellos quieren que usted haga, y muestran más amor y atención cuando usted hace lo que ellos quieren. Ese es un amor que viene con condiciones.
El amor “agape” incondicional es el tipo de amor que nos esforzamos por dar. Es el amor que Dios derrama sobre nosotros: amor, afecto y favor que se dan libremente, sin condiciones. Él nos ama siempre, incluso cuando estamos lejos de Él o nos rebelamos contra Él, y en Su corazón está el llevarnos nuevamente a una relación activa con Él, donde podamos conocer su amor increíblemente satisfactorio y gratificante.
Para comprender este amor ágape de Dios, debemos entender que no hay manera de que podamos ganarlo. El versículo de hoy dice que ha sido derramado en su corazón por el Espíritu Santo. Es como el amor de un padre por su bebé recién nacido. Un recién nacido no ha tenido la oportunidad de ganar una onza de ese amor y, sin embargo, ese padre renunciaría a su vida para salvar a su bebé. Luego, a medida que pasan las semanas y los meses, ese bebé lo mantiene despierto todas las horas de la noche y parece recibir mucho más de lo que da, pero su amor por su hijo simplemente continúa. ¡Ese es el amor ágape de Dios!
Dios lo ama profunda y personalmente. Él lo ama tan íntimamente que hasta los cabellos de su cabeza están contados. Él sabe exactamente dónde le duele y quiere guiarlo a toda la verdad para sanar esas heridas. ¡Su amor ágape por usted no tiene fin!