Y si es por la bondad de Dios, ya no es por los hechos; porque si así fuera, la bondad de Dios ya no sería bondad. Romanos 11:6 (DHH)
Hemos estado en una serie sobre una respuesta bíblica a los trastornos del estado de ánimo, y es importante que sepamos que tendremos dificultades para superarlos si estamos atrapados en el pensamiento legalista basado en el antiguo pacto.
En el Antiguo Testamento, si usted obedecía la ley, recibía cosas buenas de Dios. Si desobedecía, tenía que lidiar con las consecuencias: el castigo o la retención de bendiciones. De hecho, cada promesa en el Antiguo Testamento tenía condiciones adjuntas. Si usted cumplía con las condiciones, entonces recibía la promesa.
En el Nuevo Testamento, vemos un acuerdo radicalmente diferente. Este nuevo pacto con Dios es a través de Cristo. La esencia de este acuerdo es que cuando aceptamos a Cristo, Él nos califica para cada bendición y promesa de Dios. Estamos calificados a través del comportamiento de Cristo, no el nuestro.
El problema es que las personas aún intentan mezclar el antiguo y el nuevo pacto. Ellos enseñan que si hacemos cosas malas, Dios nos castigará, pero esto no es lo que se nos enseña en el Nuevo Testamento. Bajo este nuevo acuerdo, incluso cuando usted falla, Dios está ahí para usted. Él lo está empoderando para que lo haga mejor, y Su amor por usted nunca disminuye.
La verdad es que usted no tiene que ganarse la aceptación de Dios. ¡Jesús ya lo hizo! Cada promesa en la Biblia es suya: promesas de protección, salud y la capacidad de permitir que su gozo y paz reinen en su corazón, regalos gratis que le fueron dados en Cristo y que le ayudarán a salir victorioso.