Pues bien, declaramos ante ustedes y ante todo el pueblo de Israel que este hombre que está aquí, delante de todos, ha sido sanado en el nombre de Jesucristo de Nazaret, el mismo a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó. Hechos 4:10 (DHH)
En Hechos 3 podemos leer el relato de cuando Pedro sanó a un hombre cojo que estaba mendigando en las puertas de la ciudad. Cuando él habló con el hombre, dijo algo muy interesante: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (v. 6).
Cuando dijo: “Lo que tengo te doy”, ¿qué tenía Pedro? Pedro tenía el derecho de usar el nombre de Jesús, al igual que todos los creyentes, y esto nos da acceso a todo lo que Jesús tenía acceso cuando caminó en este planeta.
El nombre de Jesús es poderoso. Podemos declarar bendiciones sobre nosotros mismos, nuestros hijos y nietos porque el nombre de Jesús tiene autoridad en todas las áreas de la vida, física, mental y espiritual, tanto ahora como en el futuro. Las promesas que usted reclama hoy desbloquean bendiciones, protección y provisión sobrenatural en el futuro.
Es importante recordar que usar el nombre de Jesús no fuerza el cambio sobre las personas. No podemos garantizar la sanidad, protección o cualquier otra promesa de Dios para otra persona; ellos deben elegir aceptar lo que Jesús está ofreciendo.
En el ejemplo anterior, el hombre cojo esperaba recibir algo de Pedro, y entonces recibió un milagro. ¿Por qué? El nombre de Jesús es más grande que la enfermedad. ¡Todo, incluso todos los virus y enfermedades, se inclina ante ese nombre, para que usted pueda declarar la verdad de lo que se nos ha prometido en la Palabra de Dios y esperar resultados increíbles!