Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor! Romanos 8:38-39 (DHH)
Ayer cubrimos dos escrituras que usted puede reclamar sobre las vidas de los jóvenes que se alejan de su fe y/o su relación con sus padres. Hoy, cubramos otro que aplique.
Romanos 8:35-39 es un pasaje poderoso que habla del amor de Dios por nosotros. Comienza con, “¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?” La respuesta es: “¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” (DHH).
A continuación, enumera todas las cosas que no pueden separarnos del amor de Dios (ver el versículo de hoy). Pensemos en estos versículos por un minuto. ¿Puede algo separarnos del amor de Dios por nosotros? Si estos niños por los que usted ora están siendo influenciados por sus compañeros, ¿es eso más poderoso que el amor de Dios por ellos? ¿Sus desordenes y fallas los separan del amor de Dios?
¡No! ¡NADA puede separarlos del amor de Dios!
Ahora, vamos a reclamar estos versículos sobre sus vidas: “Padre, gracias porque nada podrá separar a (nombres) de tu amor. ¡NADA! Pase lo que pase, ellos son más que vencedores en Cristo. Siempre tendrán la victoria, y nada se interpondrá entre ellos y su amor por ellos. Romanos 2:4 dice que es tu bondad lo que nos lleva a seguirte, así que estoy creyendo que (los nombres) van a estar más conscientes de tu amor y bondad, ¡y van a elegir acercarse más a ti!”