La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, y le dieron ganas de comerlo y de llegar a tener entendimiento. Así que cortó uno de los frutos y se lo comió. Luego le dio a su esposo, y él también comió. Génesis 3:6 (DHH)
Como creyentes, necesitamos darnos cuenta de cuán valiosos somos para Dios. El problema es que Satanás nos miente sobre nuestro valor todo el tiempo.
Esta táctica de él no es nada nueva. En el jardín del Edén, Satanás plantó una mentira en Eva, haciéndole creer que algo fuera de su relación con Dios podía hacerla sentir más valiosa. Tentó a Eva para que pusiera sus ojos en algo diferente a Dios, por su autoestima. Ella comenzó a creer, “Las cosas serán mejores cuando…”
¿Alguna vez usted ha caído en esa mentira? Las cosas van a mejorar cuando esté más delgada, cuando reciba esa promoción, cuando los chicos sean un poco más independientes, cuando tenga una casa más grande. Cuando nos enfocamos en algo que nos llene, que esté por fuera de nuestra relación con Dios, esto se convierte en el “fruto prohibido” de nuestras vidas, como Eva, que miró la fruta para sentirse diferente, mejor, más valiosa.
¡Es una mentira porque usted ya tiene un valor infinito! Por supuesto que usted todavía tiene cosas que mejorar; todos las tenemos. Pero esas cosas no mejoran su valor. Dios lo hizo y usted es apreciado, tal como es. Usted es amado.
Usted no necesita hacer nada diferente para ser valioso. Usted no puede mejorar su valor con una mejor posición, con ser más respetado por los demás o tener más seguidores en las redes sociales. Su valor no aumenta con buenas obras o con normas más estrictas a seguir.
Dios lo ama, aquí mismo, ahora mismo. Que la magnitud de esa verdad empiece a penetrar y llenar su corazón hoy.