No se emborrachen, pues eso lleva al desenfreno; al contrario, llénense del Espíritu Santo. Efesios 5:18 (DHH)
Siendo paramédico hace años, atendí una llamada de un hombre cuyo brazo se había roto. Tenía dos huesos que sobresalían visiblemente, lo recuerdo a él calmadamente diciendo: “Creo que necesito ayuda”. Al principio, me sorprendió que estuviera tan tranquilo, pero luego me di cuenta de que estaba ebrio. El alcohol había adormecido su dolor por completo.
La indulgencia excesiva puede ocultar el dolor, pero todos sabemos que puede tener consecuencias desagradables y que con frecuencia conduce a un aumento del dolor a largo plazo. El versículo de hoy ofrece una solución mucho mejor: en lugar de llenarse de sustancias adormecedoras, llénese de la presencia de Dios. ¡En Su presencia hay sanidad, gozo, gracia y poder para satisfacer cada necesidad!
La presencia de Dios en nuestro interior nos permite encontrar formas saludables de hacer frente a las cosas que no van bien y trae alegría a nuestras vidas, incluso cuando se trata de enfrentar dificultades a diario. Es mucho mejor que una solución de adormecimiento temporal (que solo provoca más dolor); la presencia de Dios tiene la capacidad de sanar completamente el dolor e incluso los corazones rotos. Estar llenos del Espíritu Santo significa que tenemos ayuda divina interna y ya no enfrentamos solos nuestras montañas o batallas. Pero tenemos que elegir dejarlo entrar.
Permanezca en Su presencia buscando una iglesia que dé vida, y escuche la Palabra de Dios allí enseñada. Continúe estudiando y meditando en la Biblia. Esto ayuda a que su fe crezca en su corazón, lo que a su vez hace que Su alegría y la conciencia que usted tiene de Su presencia crezca en su vida.
No hay nada que se compare con la Palabra de Dios y Su presencia. ¡Manténgase siempre lleno de Su Palabra y sintonizado con Él y descubrirá que nada se compara con esto!